Zidane, el hombre que gana las finales

Zidane, el hombre que gana las finales



Dice el dicho que las finales no se juegan, las finales se ganan. Eso es lo que hace Zinedine Zidane. Desde que se pusiera a los mandos de un Madrid a la deriva, el galo ha disputado siete finales, y las ha ganado todas.
Zidane tiene algo. Unos lo llaman 'flor'. Otros, genialidad innata. Te puede gustar más o menos su fútbol, pero lo cierto es que, al menos en lo tocante a la preparación y la motivación, no tiene rival.
El galo no ha perdido una sola final desde que se pusiera a los mandos del Real Madrid, recién comenzado el año 2016. Cogió un equipo sin rumbo, hastiado de su anterior entrenador, y lo llevó a la final de Milan, venciendo al Atlético de Madrid.
Fue su primer gran éxito en lo referido a finales. A esa le seguirían otras seis: dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de Clubes, una Supercopa de España y otra Champions League. Todas, a partido único o a doble encuentro, como la Supercopa española, ganadas por los suyos.
Zidane es infalible hasta la fecha en ese sentido. Ha logrado que todo el vestuario baile a su son. Si él dice que salten, no dudan, preguntan a qué altura quiere que salten. Nadie le cuestiona, porque parece que todo el equipo comparte su punto de vista.
Dan igual los reveses. Da igual que la Copa del Rey se le haya atragantado por sistema (en su año de debut, el equipo estaba eliminado por alineación indebida, y en los otros dos cayó, con mayor o menor estrépito, contra pronóstico a manos de Celta y Leganés).
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Da igual que llegue a la final siendo favorito o no. Su equipo, a la hora de la verdad, se transforma. Y en Kiev se juntará con el extra de motivación que tiene el Real Madrid en la Champions League, su competición fetiche.
La de la capital ucraniana será la octava final de Zidane al frente del Real Madrid. Los blancos parten como favoritos ante los 'reds', y el historial de Zidane invita al optimismo. Quizá por eso todo el vestuario intenta transmitir calma y evita lanzar las campanas al vuelo antes de tiempo. No vaya a ser que la caída sea históricamente dura.

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